Por primera vez en año y pico puedo decir que he acabado mi trabajo. Gracias a que tengo casi todos los comerciales de vacaciones (y los clientes deben haber aplazado las decisiones de compra hasta septiembre), he podido dedicarme a limpiar asuntos pendientes. Ese montón de mierda al que nunca puedes meter mano y no para de crecer, lleno de tareas no urgentes pero que hay que hacer, ha desaparecido. Así que puedo dedicarme a rascarme las pelotas durante una hora y diez minutos hoy.
La puta gloria, vamos.
Espera un momento...
Eso implica...
Que hasta que no vuelvan de vacaciones los comerciales voy a estar mano sobre mano. Que van a ser unos días de sopor absoluto. Que, aunque quiera, no voy a poder hacer nada.
Dios, cómo molamos los ingenieros. Si tenemos demasiado curro, nos quejamos. Y si falta, también. El tema es quejarse.
Bueno, eso y que me apetecía poner el Grito de Munch.
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