lunes, julio 31, 2006

Declaración de guerra

No sé si será por la jaqueca que me ha dominado estos últimos días, o por lo mal que dormí anoche, o por haber empezado una semana music-free, pero me he levantado anormalmente borde.

Y por ello, me veo obligado desde aquí a declarar la guerra a la estupidez humana.

Sé que tengo mucho trabajo por delante, ya que la inteligencia de la humanidad permanece constante aunque el número de personas no para de aumentar.

Pero todo aquél que pueda ser catalogado de "estúpido", "imbécil", "lerdo" o cualquier sinónimo que se os pueda ocurrir, que haga el favor de pintarse una diana en la frente para facilitarme la tarea de lanzar.

Mi verborrea más ácida estará con vosotros. Lo que es lamentable es que no os vais a enterar.

Avisados quedáis.

lunes, julio 17, 2006

Nos vimos en Berlín

Una vez más...

Qué vueltas da la vida, pero qué haces tú aquí
¿es que ya no te acuerdas? nos vimos en Berlin
Fue una madrugada, de aquel invierno hostil
en una mazmorra, a punto de morir
no sabes si llorabas de rabia o de dolor
yo vi caer tus lágrimas entre sangre y sudor

Fue solo ayer, cuando el nazi disparó en tu sien,
solo ayer, el campo de concentración,
si fue solo ayer, tortura y persecución
fue solo ayer, suplicando de rodillas tu perdón.

Ahora quién, quién es el asesino.
Ahora quién, quién mata sin razó.
Ahora quién, utiliza la tortura.
Ahora tú, ¡judío cabrón!
(C) Soziedad Alkohólika
Hijos de la gran puta...

jueves, julio 06, 2006

It's over...

Por fin.

Se acabó la agonía.

Es hora de echar a volar.

Prepárate, mundo. Allá voy.

domingo, julio 02, 2006

La Mujer Muerta

Desde hace varios meses vengo pensando en unas montañas de la sierra que hay entre Madrid y Segovia a las que llaman "La mujer muerta" cuando vuelvo los domingos desde Burgos. Recuerdo, de ñajo, volviendo del pueblo de mi padre, que mi abuela me contó la historia en cuestión. Sólo recuerdo que era una historia con mala hostia, puñaladas y al final, como es previsible, una mujer muerta.

Aquí va la historia (copypasteada de http://www.azcola.arrakis.es/)

Se cuenta que allá en tiempos feudales, hubo un gran castillo por el Guadarrama; mansión señorial defendidas por almenas de roca viva y rodeada de un profundo foso excavado en el mismo granito en que se asentaba el dicho castillo. Su dueño tenía grandes rebaños de ovejas y cabras, que bien cuidados por pastores y zagales, pastaban por los prados y bosques de la montaña. En el castillo vivía una linda muchacha, hija del señor feudal. Esta muchacha siempre que salía de la fortaleza iba acompañada de una gran escolta, pues su padre había prohibido que ningún joven señor de otros castillos conversara con ella. No muy lejos de allí había otro castillo habitado por dos hermanos que conocían por referencia la gran belleza de la castellana, solamente estas referencias les bastó para enamorarse de ella, pero los dos hermanos no se comunicaron sus sentimientos y cada uno por su parte rondaba la fortaleza. Una tarde, los dos hermanos se encontraron en el bosque cercano al castillo; cada uno procuró disimular sus verdaderas intenciones y mientras uno decía que iba prosiguiendo a un corzo, el otro era a un jabalí, volvieron juntos, pero desde aquel día comprendieron que la misma ilusión era la que les guiaba. Por fin la doncella se enteró de lo que ocurría y como era inteligente quiso evitar la trágica discordia que podía surgir entre ellos por su causa, y valiendose de una de sus servidoras envió un recado al mayor de los hermanos para que se entrevistase con ella. El joven a acudió al lugar de la cita lleno de esperanza, pero su desconsuelo fue grande cuando la oyó decir que renunciase a sus anhelos, pues había decidido quedarse soltera. Al día siguiente, y de a misma forma, envió otro recado al menor con la intención de decirle lo mismo que al anterior. El joven, al recibir el aviso, creyó que era él el preferido y ya de noche salió al lugar de la cita. Cuando se dirigía al castillo, veía como del fondo del valle nacían nieblas que hinchándose subían a engrosar el batallón de negros nubarrones que poco después estallarían en una horrorosa tormenta. La noche se puso negra; sólo se podía caminar a a luz de los centelleos. La montaña se estremecía. Los truenos retumbaban agigantándose en el eco de las quebradas. Comenzó a llover a torrentes; el agua arrastraba las piedras del camino; ciego por el agua y los relámpagos, siguió desafiando aquella tormenta hasta que llegó al pie del castillo; allí vio salir a Blanca, pero al lado suyo surgió un guardián con la cara cubierta que dio el alto al recién llegado (era su mismo hermano que creía que Blanca prefería a su hermano menor); con voz desfigurada le increpó; el aludido sacó la espada y le contestó: Retírate si no quieres que te atraviese con mi acero. El desconocido sacó su espada colocándose en actitud de defensa, comenzando una terrible lucha entre los combatientes. Entonces la gentil castellana se interpuso entre los dos adversarios para que envainaran sus armas. Pero al hacerlo las dos espadas se clavaron en su pecho. un relámpago cegador alumbró el lugar del combate y una voz atronadora se oyó: ¡Miraos bien, miraos!Se vieron y, al reconocerse, tiraron sus armas y se lanzaron en auxilio de la herida. Inútil. Estaba muerta. Y crecía, crecía, crecía prodigiosamente, separándoles. Al poco rato todo había desaparecido; únicamente el cuerpo de Blanca había adquirido las proporciones de una montaña. Es la que hoy continuamos llamando "La Mujer Muerta"

Y este es el sitio en cuestión: