El título del post de hoy es una excusa típica para dejar tirado a tu pareja sin querer dar explicaciones. Y no, no estoy diciendo que tenga una crisis matrimonial, que afortunadamente en ese campo va todo a la perfección.
Estoy hablando de mi divorcio del power metal. Recuerdo que hasta los veintipico era un género que me encantaba. Me parecían obras maestras los primeros 4-5 discos de Helloween (y alguno suelto con Andi Deris a la voz), casi todo lo de Gamma Ray, los primeros de Heavens Gate, Sonata Arctica, Blind Guardian... pero según me iba acercando a la treintena este estilo me gustaba cada vez menos. El No World Order de Gamma Ray ya me pareció flojo, y el Majestic me aburrió soberanamente. Con A Night At The Opera de Blind Guardian sentí que me habían tomado el pelo, y de A Twist In The Myth escuché sólo el single y tuve suficiente para saber que no quería saber más. Helloween sacaron un disco decente en el '96, The Time Of The Oath, y el resto es para quemarlos. Incluso se atrevieron a profanar el nombre de Keeper Of The Seven Keys con una infame e innecesaria tercera parte.
Poco a poco me fui alejando del power en busca de pastos más verdes. El hard rock estilo años 80, el rock progresivo, el heavy metal clásico o incluso sonidos extremos tipo black o death se instalaron permanentemente en mi oído. Y pensé que me hacía mayor para el jevi de elfitos y unicornios.
Hasta ayer.
Ayer, mientras volvía a casa enchufado al iPod en modo aleatorio, sonó Send Me A Sign de Gamma Ray. Y se me pusieron los pelos como escarpias. Vaya, que no es que el power haya dejado de gustarme. Es que a base de repetir los mismos esquemas una y otra vez, ha acabado por hacerse repetitivo y aburrir hasta a las mantas. Y buscando evolucionar un poco se ha movido en direcciones que no convencen.
Resumiendo, que no siempre "no eres tú, soy yo". A veces, toda la culpa es tuya y yo soy totalmente inocente, así que vete a dar la brasa a otro lado.
Estoy hablando de mi divorcio del power metal. Recuerdo que hasta los veintipico era un género que me encantaba. Me parecían obras maestras los primeros 4-5 discos de Helloween (y alguno suelto con Andi Deris a la voz), casi todo lo de Gamma Ray, los primeros de Heavens Gate, Sonata Arctica, Blind Guardian... pero según me iba acercando a la treintena este estilo me gustaba cada vez menos. El No World Order de Gamma Ray ya me pareció flojo, y el Majestic me aburrió soberanamente. Con A Night At The Opera de Blind Guardian sentí que me habían tomado el pelo, y de A Twist In The Myth escuché sólo el single y tuve suficiente para saber que no quería saber más. Helloween sacaron un disco decente en el '96, The Time Of The Oath, y el resto es para quemarlos. Incluso se atrevieron a profanar el nombre de Keeper Of The Seven Keys con una infame e innecesaria tercera parte.
Poco a poco me fui alejando del power en busca de pastos más verdes. El hard rock estilo años 80, el rock progresivo, el heavy metal clásico o incluso sonidos extremos tipo black o death se instalaron permanentemente en mi oído. Y pensé que me hacía mayor para el jevi de elfitos y unicornios.
Hasta ayer.
Ayer, mientras volvía a casa enchufado al iPod en modo aleatorio, sonó Send Me A Sign de Gamma Ray. Y se me pusieron los pelos como escarpias. Vaya, que no es que el power haya dejado de gustarme. Es que a base de repetir los mismos esquemas una y otra vez, ha acabado por hacerse repetitivo y aburrir hasta a las mantas. Y buscando evolucionar un poco se ha movido en direcciones que no convencen.
Resumiendo, que no siempre "no eres tú, soy yo". A veces, toda la culpa es tuya y yo soy totalmente inocente, así que vete a dar la brasa a otro lado.